La palabra filosofía por lo general es entendida como un conjunto de conocimientos teóricos. No obstante tal presunción, la filosofía se halla intensamente relacionada con la práctica, porque volcamos nuestra filosofía en cada uno de nuestros actos y conductas diarias. Tal como dice Wittgenstein “la filosofía no es una teoría sino una práctica”. Nuestra filosofía está integrada por el conjunto de creencias, valores y principios que constituyen la base de nuestro comportamiento. En definitiva, nuestra filosofía ejerce un grado de influencia decisiva en nuestra vida pues llega a cada una de nuestras decisiones.
En pocas palabras podemos decir que la filosofía en el rugby es nuestro credo, o sea el conjunto de creencias básicas a las que adherimos y defendemos como deporte. En esas creencias se encuentran los cimientos y pilares de nuestra conducta alrededor del juego. Nuestra filosofía de vida, al igual que nuestra filosofía en el juego enmarca nuestra forma de actuar, nuestra particular manera de hacer las cosas. Por ello, nuestra filosofía debe basarse en nobles valores y buenos principios."...
..."En rigor, la filosofía que volcamos al deporte no es otra que nuestra filosofía de vida. Por ello, la filosofía deportiva está fomentada y edificada en nuestra filosofía de vida. Si como hombres de rugby logramos incorporar valores tales como el respeto, la honradéz, el compromiso, la puntualidad o el sacrificio, estaremos formando para la sociedad “personas de bien” preparadas para desempeñarse con honestidad y eficacia dentro de ella. "...
..."René Crabos, figura legendaria del rugby francés, creía firmemente en la existencia de los tres tiempos del rugby: el de preparación, el del partido en sí mismo y el tercer tiempo. Mencionaba que solo transitando esos tres pasos el jugador completa su formación como un verdadero hombre de rugby. El “Primer tiempo” es el periodo que los jugadores le dedican al rugby durante la semana. Comprende los entrenamientos. Es la oportunidad de encontrarse con amigos para corregir errores. Señala que un buen “primer tiempo” es la base para construir un verdadero equipo de rugby.
El “segundo tiempo” lo representa el partido en sí mismo. Como dice Crabos es el tiempo de máxima diversión, pero también es el tiempo del desarrollo del carácter, del autocontrol y del sentido de equipo. Menciona que la condición más importante para encarar ese “segundo tiempo” del rugby es la actitud mental porque con una disposición mental adecuada, con seguridad se alcanzará el éxito, el cual no necesariamente está medido en términos de un resultado, sino más bien en el placer que nos reporta el hecho de jugarlo, dándolo todo por el equipo y respetando a compañeros, adversarios y referee. El “segundo tiempo” es el tiempo de la “batalla del rugby” y solo tiene sentido que se lleve a cado (dice Crabos) si los que forman parte de ella son personas educadas en los principios y tradiciones de este juego.
El “tercer tiempo” es (a su criterio) el más importante y significativo de todos. Es el tiempo del reencuentro con el rival y el árbitro, luego de “la batalla del rugby”. Crabos menciona que es el tiempo del agradecimiento mutuo por haberse ayudado a disfrutar del juego, es el tiempo del reconocimiento de alguna falta cometida y el momento de limar cualquier aspereza, el tiempo de las celebraciones, los tragos y los cánticos. Finaliza diciendo que en el tercer tiempo conocemos a la persona que encierra al jugador con el que acabamos de competir duramente. Así se forjan lazos de amistad que duran para siempre. No participar del tercer tiempo es no haber entendido el juego, por más grandes que sean las condiciones exhibidas durante el partido; más aun, no se habrá gozado plenamente de la maravillosa aventura del rugby.
Finalmente refiere sabiamente que durante el primer y el segundo tiempo nos preparamos para ser “jugadores de rugby” y en el tercer tiempo completamos nuestra formación para ser verdaderos “hombres de rugby”."..
La nota es mucho más extensa, pero creo que en estos fragmentos hay elementos importantes.
Esperamos no haberlos aburrido
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